Sobre nosotros

Tendréis que perdonar a un viejo rolero. Estás páginas sólo van a ser leídas por los jugadores de la campaña y puede, en algunos casos, que ni eso. Sin embargo, la verdad es que después de haber parido todo esto, me gustaría tener un breve momento de autobombo.
Uno es así de nostálgico…

Sobre la campaña

Bueno, esto va a sonar como una batallita del abuelo, pero allá vamos. A long time ago…

Entre los regalos de cumpleaños que me han hecho durante mi vida, uno de los que recuerdo con más cariño fue cuando, hace muchos años, mis amigos me compraron la famosa «caja gris» de Reinos Olvidados para AD&D 1ª Ed.
No os penséis que fue algo altruista. Realmente era un chantaje de una panda de cabrones para obligarme a dirigir una campaña. Pero bueno, el caso es que la treta les funcionó a las mil maravillas.
Poco a poco me fuí enganchando a este mundo. Empecé a comprar novelas y a leer casi todos los suplementos que caían en mis manos. Evidentemente, la calidad de las novelas de los Reinos es bastante dispar. Algunas, como el Tatuaje Azul, siempre tendrán un hueco en mi estantería. Otras, bueno, mejor no mencionarlas. Pero como literatura de entretenimiento sin mucha complicación no están mal. Para cosas de fantasía más profunda ya me paso a Canción de Hielo y Fuego o a la Saga de Geralt de Rivia.
Con el transcurso del tiempo, tras patear durante muchos años los Reinos, decidimos tomarnos un descanso y probar otros estilos. Por nuestra mesa de juego ha pasado casi cualquier mundo de campaña oficial, semioficial e incluso alguno propio. Sin embargo, siempre, hemos tenido algún regreso a los Reinos Olvidados. Como dice Iñigo Montoya en La Princesa Prometida, «…cuando todo fracasa, vuelve al principio…».
Reconozco que, personalmente, no me gusta casi nada la línea oficial de eventos en los Reinos, ya desde el final de AD&D 2ª Ed., pasando por algunos cambios muy fumatorios de D&D 3ª Ed. y que culminaron con la hecatombe del escenario de campaña en D&D 4ª Ed. No es que eso me suponga un gran problema como DM. Me gusta personalizar mis partidas y, a menudo, introduzco cosas de otros mundos de juego que me han gustado, como puede ser el caso de Eberron, Planescape o, últimamente, Golarion. Mis Reinos siguen siendo un lugar de magia, fantasía y aventuras, pero son un poco más oscuros, un poco más adultos. Nunca me convencieron los planteamientos tipo Walt Disney de muchos módulos oficiales originales. Prefería adaptar módulos de la Dungeon Magazine o de los chicos de Paizo Publishing , donde los malos lo eran por algo, y eran malos de verdad. Además, siempre me gusta dar mi toque personal a cualquier aventura que dirijo, sea enteramente mía, oficial, o semioficial de alguna revista o web.
En fin, menudo chapa me he clavado, amigos. Esto pasa por dejar al abuelo emocionarse con el teclado.

Sin más dilaciones, bienvenidos a mis Reinos Olvidados que, a partir de este momento, también son los vuestros.

Sobre el grupo

Como solía decir una simpática abuela de la tele, «Sicilia, 1939…»

Supongo que esta historia se habrá repetido en muchos clubes de juegos, al igual que en muchos grupos de amigos que comparten una misma afición. El caso es que hace la hueva de tiempo, no diré años para no deprimirnos por lo yayos que somos, un puñado de cuasi imberbes estudiantes se unieron a un grupete de mayores, apodados La Vieja Guardia, para formar un club de juegos de simulación llamado ACIES. Todos compartíamos la afición por los juegos de estrategia y wargames, diplomáticos, y por los juegos de rol, que en aquel momento todavía no estaban demasiado difundidos en nuestro país.
Aquello fue el germen de un buen número de partidas, clases saltadas, noches de birras, cenas y, en resumen, de una buena amistad entre muchos de nosotros, aunque como en todo grupo de amigos, hemos tenido nuestras broncas y otros percances que es mejor no recordar.
Con el paso del tiempo, el club cambió varias veces de local. Ese grupo de amigos fue encontrando trabajos (NOTA: nuestro plan de dominar el mundo sigue en pie, chicos), novias, mujeres, ex-mujeres, churumbeles y todo lo que la vida suele depararnos. Sin embargo, nuestras reuniones lúdicas siempre se han mantenido constantes dentro de lo posible.
Conforme menguaron nuestras filas, tuvimos que unirnos para sobrevivir a otro club, Dado de Dragón, un grupo de chavales bastante majos e inquietos a la hora de realizar jornadas, y moverse de cara al exterior. Ellos nos apodaron cariñosamente Los Primigenios, y ubicamos nuestra guarida en una habitación en lo alto de las escaleras, donde se acumulaban manuales, una impresionante colección de figuritas, y una nevera siempre bien provista de cervezas y otras bebidas espirituosas.
La vida continuó, y tuvimos que volver a trasladar nuestra base de operaciones a un nuevo lugar. Así nos unimos a Atalaya Vigía, quienes nos recibieron con los brazos abiertos y un ambiente de camaradería que nos hace pensar que, por fin, hemos encontrado un nuevo hogar.

Actualmente, rondamos peligrosamente los forrenta años, e incluso alguno de nosotros los ha alcanzado ya. ACIES es un recuerdo, aunque no su gente. Y continuamos semana a semana saliendo de aventuras…

Sobre el club

Atalaya Vigía es una asociación cultural de gente bastante sana y muy activa a la hora de moverse para realizar eventos, jornadas, quedadas y campeonatos interclubes, y todo tipo de actividades relativas a juegos de mesa, de rol, de cartas, figuritas, estrategia y otras hierbas similares.
Si sois de Zaragoza o estáis de paso y queréis visitar nuestra guarida, estoy seguro de que seréis bienvenidos. Si además traéis algún presente u ofrenda, recordaremos vuestros nombres en nuestras plegarias…

¿Quieres saber más?

Web de Atalaya Vigía

Sobre el autor

Bueno, pues ya por eliminación y para acabar, os contaré un poco sobre la mente enferma que ha perpetrado todo esto.

Para que conste en acta a mi me metió el gusanillo de este vicio uno de mis hermanos mayores, cuando empezó a comprarse aquellos juegos de estrategia de Avalon Hill, y alguno de los más sencillos pero también entrañables NAC y sus cachondos dados para «equilibrar la suerte». Tras los wargames, vinieron los diplomáticos, y pronto en casa de mis padres se sucedieron diversas partidas de Machiavelli, Samurai, Civilization y similares.
También por aquel tiempo, le di a los libro-juegos, especialmente los de la Serie Sorcery de Steve Jackson, y los de la Serie de Lobo Solitario. Y en una de aquellas tardes tontas, en casa de mi amigo Juanón, su hermano nos sorprendió con una caja roja (no la de Nestle) de un juego llamado Dungeons & Dragons, y nos hicimos unos PJs para ir a una fortaleza derruida, cargarnos a un pobre gusano carroñero y a unos tristes kobols ocupas, y joderle los planes al malvado mago Bargle, que había tenido la tontísima idea de querer conquistar el mundo. El resto es historia…

Desde aquel día, además de un saludable nivel de friquismo cinéfilo y de series de televisión, sigo sacando tiempo para quedar con los amigotes para tirar unos dados, fundirnos unas cervezas y echar unas risas.

Durante todo este periplo estos juegos hicieron que mejorase bastante mi dominio del inglés; que olvidase un poco mi timidez y el miedo a hablar en público, lo que luego me ha servido para dar unos cuantos cursos en el trabajo; y sobretodo, para hacer amigos.
También me han permitido intentar eludir a la flota aliada en el Atlántico con el Bismarck; apuñalarme de lo lindo y maquinar todo tipo de perrerías y traiciones en la Italia renacentista; dirigir divisiones panzer para intentar cambiar el rumbo de la historia y darle una paliza a los yanquis y a los rusos en Europa; tratar de evitar el desastre español en Trafalgar; pilotar un caza Ala-X en galaxias lejanas, muy lejanas; intentar sobrevivir a la locura y a la amenaza de entidades alienígenas ancestrales en los años 20; enfrentarme a dragones ancianos en sus guaridas, entre montañas de monedas relucientes y gemas; recorrer los tenebrosos y misteriosos parajes de la Suboscuridad; poner mi daisho y mi vida al servicio del daimyo de mi clan; y, en definitiva recorrer mil mundos y vivir mil aventuras con mis amigos…