Por la Tierra y el Rey…

Campaña archivada. Pathfinder 1ª Ed.

Es el año 1311 de la Crónica del Reino y todavía suenan los ecos del llanto por la muerte del Rey Rhigaerd II. El joven Príncipe Azoun se enfrenta al reto de tomar las riendas del Reino de Cormyr en una época turbulenta e incierta.
Se dice que dignatarios de varios cultos asedian al joven príncipe, intentando que eleve a sus respectivas iglesias al estatus de religión oficial. Le urgen para que les otorgue sus favores a cambio de la protección de su deidad, pues las profecías auguran que algo siniestro y malévolo amenaza el mismo corazón del reino.

En las tabernas corren rumores sobre ciertas casas nobles que conspiran para derrocar del trono a la dinastía de los Obarskyr. Algunos aseguran que para lograr su propósito no han dudado en aliarse con criminales e incluso con enemigos extranjeros.
Más allá de las fronteras las amenazas sobre el Reino del Bosque parecen multiplicarse. Al norte, en los vecinos Valles, los Zhentarim quieren extender la influencia de la Red Negra. Los hay que creen que sus agentes manipulan a las tribus humanoides de las Tierras Pétreas y las Marcas Goblin y que pronto una horda de estos seres caerá sobre las poblaciones septentrionales, o amenazará las rutas caravaneras más allá de las montañas de los Cuernos Tormentosos. Al este, los señores mercaderes de la vecina Sembia observan con ojos codiciosos el futuro de nuestra nación. Su oro a menudo compra aceros y voluntades para llevar a cabo sus intrigas, y los más tremendistas creen que han llegado a un acuerdo con los capitanes de las Islas Piratas para que acechen las costas del Lago de los Dragones.

Es más, diversos viajeros juran haber visto a un extraño deambular por el Bosque del Rey, con brillantes ojos de fuego púrpura, canturreando extrañas canciones. Para algunos sólo se trata de un juglar elfo itinerante. Pero otros, los más ancianos, recuerdan la leyenda del Dragón Púrpura, una criatura del albor del tiempo, cuando la sangre mágica de los elfos que antiguo moraron en estas tierras se mezcló con la de los dragones. Su presencia es el heraldo de grandes portentos, pero si son buenos augurios o malos presagios ni los dioses pueden decirlo.

Pero no todo es oscuridad y sombras. El pueblo llano adora a la joven pareja de príncipes y a sus hijas, y todos los jóvenes de la nación aspiran a ingresar en los Dragones Púrpura, las tropas de choque del ejército, o en los Magos de Guerra, dirigidos por el temible Vangerdahast, la mano derecha y tutor del príncipe. Los bardos cantan las gestas de compañías aventureras, como la de los Hombres del Rey, cuyas hazañas se celebran en todas las tabernas del país.
El propio príncipe ha apelado al espíritu de «Sus Cormytas» para atravesar estos tiempos difíciles. Durante el discurso que dirigió al pueblo de Suzail con motivo de la muerte de su padre, sus palabras se dirigieron al héroe que cada uno de nosotros albergamos. Esa fuerza que nos permite, en un momento dado, incluso a los más débiles de nosotros, realizar actos asombrosos. Pero él fue más allá, pues si bien todos podemos ser un héroe alguna vez en nuestras vidas, hay quienes viven con ese código de superación todo el tiempo. Son ellos los que se convierten en leyendas…